De proyectos frikis y crowdfunding

Ayer me enviaron un enlace a la web de la Fundación Newcastle. No, no se trata de una Fundación a favor de un equipo de fútbol sino de una institución nacida con vocación de colaborar con el desarrollo del arte contemporáneo en España, según su web. Admite su creador que quería ser un gran mecenas pero se quedó con un capital fundacional de 44 €. Aún así parece que le ha puesto ganas, imaginación e ilusión y ha construido su propia galería de arte en una casa de muñecas, algo que recuerda al Museum of drawers de Herbert Distel.

La idea no está exenta de riesgo, pero tampoco de humor y como he dicho antes, ilusión y ganas de hacer cosas… por el momento y con un más que exiguo capital cuentan con una beca para artistas dotada de 100 €. ¿No es esto una muestra de querer hacer?. Otros nacen con el convencimiento de ser grandes y se quedan mirándose al espejo, pensando que morirán de éxito por ser ellos mismos.

Tras echar un vistazo a su blog, me pregunto cual es la manera que tienen de financiarse, aparte de las ayudas estatales a las fundaciones, y de ahí he pasado a pensar en el tema del micromecenazgo o crowdfunding.

El crowdfunding es una forma de financiar un proyecto a través de pequeñas o grandes donaciones colectivas. Cuenta con ciertos beneficios hacia los donantes en función de la cantidad donada. Este modelo se está abriendo paso tímidamente en nuestro país aunque en países como Inglaterra o Francia está bastante más arraigado. Lo habitual es usar plataformas existentes en internet como Creoentuproyecto.com o la Plataforma española de micromecenazgo. También hay instituciones que, de forma independiente, han creado sus propias plataformas, como FECYT, que ideó en su momento Taracea y ahora usa Precipita para financiar distintos proyectos.

Al respecto el Gobierno está preparando una ley que, a pesar del liberalismo económico que en teoría defienden a capa y espada, pone vallas al campo, centrándose más en controlar al inversor que en apoyar las inversiones.